Pocos «blogs» podrán presumir tanto como éste de altura de miras. Escribo estas líneas en el Glaciar de la Chiaupe, en la Saboya francesa, a tres mil metros de altitud y tras casi una hora de enlazar teleféricos. Lo bautizo con vino caliente a base de «canelle, badiane, gingembre, muscade, orange et citron», la especialidad de la taberna de montaña que tiene a gala ser una de las más altas de Europa. Una pareja de jóvenes rusos con los que comparto mesa (redonda y reluciente cara el chico, compulsivos «da» a cada frase la cautivada chica) ofician de inopinados padrinos. Pese a que este «blog» nace con vocación de observador, la visibilidad fuera de la cabaña es escasa. Después de varios días soleados se ha puesto a nevar, aunque a buen seguro no lo suficiente como para evitar que el glaciar siga retrocediendo hasta que llegue el día, cada vez más próximo, en que desaparezca. Cuando empecé a frecuentar este lugar se podía esquiar en verano en estos parajes, cosa imposible desde 2005. Cada vez son más los días en que, desde la Roche de Mio próxima a este glaciar, se divisa con claridad el majestuoso Mont-Blanc, el pico más alto de Europa que asiste impotente a los cada vez más clementes inviernos y más precoces deshielos. Continue reading «Bautizo a 3000 metros»