Somos lo que leemos – Feliz 2021

   Si hay una lectura que considero me ha hecho mejor persona este año que se nos va, esa es “Ángeles custodios”, el libro de Almudena de Arteaga que narra la aventura de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, a principios del siglo XIX.

Lady Montagu

   Pensad en la viajera británica Lady Montagu que observa, en Turquía, una práctica venida de China consistente en inocular pequeñas dosis de pus de infectados de viruela a personas sanas que pasaban a ser inmunes de esa terrible enfermedad. Lady Montagu, que había sobrevivido de niña a la viruela, no así su hermano, predicó con el ejemplo inmunizando a su hijo y se dedicó a divulgar los beneficios de esta práctica.

Edward Jenner

   Pensad en el médico inglés Edward Jenner, a cuyos oídos llegan los relatos de Lady Montagu y que observa que las mujeres acostumbradas a ordeñar vacas presentan síntomas muy leves, nunca graves, de la viruela. El Dr. Jenner aplica el método científico a sus observaciones y a las de Lady Montagu e inventa la primera vacuna.

   Pensad en otro médico, nacido el mismo año que el Dr. Jenner, el alicantino Francisco Javier Balmis, testigo del drama que suponen enfermedades como la viruela en Cuba y México. Balmis convence al Rey Carlos IV, que había perdido a una hija y un hermano a causa de la viruela, de que financie una expedición destinada a llevar la vacuna a América.

Isabel Zendal

   Para hacer posible la que será primera campaña de vacunación internacional de la historia era necesario trasladar un número significativo de portadores capaces de crear una cadena humana de solidaridad.

Y es ahí donde entran en escena los “ángeles” de Almudena de Arteaga, los niños huérfanos y abandonados de un hospicio gallego a los que acompañará en esta formidable aventura una mujer no menos formidable: Isabel de Cendala (o Zendal, a efectos del hospital madrileño construido en Madrid con polémica premura durante la actual pandemia).

   La Expedición Balmis, calificada por el Dr. Jenner como “el más noble ejemplo de filantropía”, no se limitará a vacunar de la viruela en América, sino que saltará a Asia atravesando el Pacífico a bordo de un barco español llamado precisamente Magallanes.

   Tras vacunar de la viruela en Filipinas y Macao, Balmis y sus “ángeles” inmunizaron a ciudadanos de Cantón, devolviendo a la propia China el saber ancestral que otrora poseyeran los chinos.

   De regreso a Europa, rodeando África, Balmis llevó sus principios filantrópicos al extremo de inmunizar a los súbditos británicos que encontró a su paso, por ejemplo en la Isla de Santa Elena, pese a que para entonces Inglaterra y España estaban en guerra.

   La vuelta al mundo de Balmis fue la primera campaña de salud global, un viaje que “permanecerá como el más memorable en los anales de la historia”, en palabras del berlinés Alexander von Humboldt.

Alexander von Humboldt

   Me temo que Alexander von Humboldt ignoraba no ya la tendencia a la desmemoria de los compatriotas de Balmis, sino nuestro visceral cainismo, ese arraigado virus para el que ni hay vacuna… ni se la espera.

   Dicho esto, puesto a elegir compañía, o lo que es lo mismo compartir soledad, durante el año nuevo en ciernes, prefiero mil veces la de una Montagu, un Jenner, una Zendal, un Humboldt o un Balmis, en sus variantes actuales reencarnadas, que existen y que son fácilmente reconocibles, antes que la pléyade de agoreros negacionistas, terraplanistas, conspiranoicos y demás “trump-etistas” del apocalipsis a los que compadezco y – lo siento, no lo puedo evitar – dedico el más pequeño de mis desprecios.

Feliz 2021

Almudena de Arteaga, acompañando de madrugada, en julio de 2020, al buque escuela Juan Sebastián Elcano en su partida hacia una nueva vuelta al mundo