Semana Santa, holandeses y Alejandro Farnesio

imageSi tuviera que elegir una imagen para ilustrar la Semana Santa española no recurriría a los típicos y anónimos nazarenos con sus capirotes, sino al Tercio Alejandro Farnesio de la Legión portando, a cara y uniformes descubiertos, una talla del Cristo crucificado.

Apodado  “Rayo de guerra”, Alejandro Farnesio pasó a la historia como el “pacificador” de los Países Bajos españoles, el territorio que corresponde a grandes rasgos a la actual Bélgica.

Visto desde España, el que fuera Gobernador de los Países Bajos bajo el reinado de Felipe II (de quien era sobrino, a la vez que nieto biológico de Carlos I al ser su madre la hija natural de éste, Margarita de Parma) fue un triunfador.

Visto desde el actual Flandes el personaje está asociado a la brutal tepresión por episodios como el duro asedio de Amberes que condujo a la toma de la ciudad por los españoles en 1585, y considerado desde los actuales Países Bajos Alejandro Farnesio fue el gobernante y militar que no pudo doblegar a Holanda y Zelanda, con el consiguiente triunfo de la revuelta de Guillermo el Taciturno que dio lugar a los actuales Países Bajos.

La ruptura entre la actual Bélgica católica y la actual Holanda, mayoritariamente protestante, que se produjo en tiempos de Alejandro Farnesio quedó reflejada en la arquitectura y el arte sacro. Convertida en trinchera ante el protestantismo, la actual Bélgica se pobló a partir del siglo XVI de iglesias y  arte barrocos, al estilo del Cristo de la Buena Muerte que llevan a hombros los legionarios del Tercio Alejandro Farnesio.

La celebración de procesiones como las de Semana Santa empezaron a proliferar a raíz del Concilio de Trento – celebrado a mediados del siglo XVI, en plena Guerra de Flandes –  con el que el catolicismo cerró filas ante la reforma protestante.

Que legionarios españoles bajo la enseña de Alejandro Farnesio procesionen en Semana Santa con un Cristo barroco sintetiza una página de la historia que ha tenido su importancia en la conformación de la Europa actual.

photoAfortunadamente, este tipo de evocaciones, pese a su gran emotividad, ya no tienen la carga bélica que tuvieron en su tiempo.

Mientras en la calle se suceden procesiones al más puro estilo tridentino, observo divertido, al lado de mi mesa, la alegre cháchara de un grupo de holandeses en una taberna ambientada con decoración de pasos sacramentales y nazarenos. En modo alguno los holandeses que han venido a pasar unos dias de vacaciones en España se sienten aludidos por nuestras tradiciones, pero, pensándolo bien, éstas no tendrían ningún sentido sin ellos.