Dice Felipe Fernández-Armesto que hay dos historias en la Historia: la que cuenta la dispersión de los individuos que dio origen a las civilizaciones y la que narra el reencuentro. La primera fase abarca unos 150.000 años; la segunda, apenas un suspiro en términos históricos ya que arranca de manera significativa con la llamada Era de los Descubrimientos. Fue a caballo de los siglos XV y XVI cuando Occidente, gracias al arrojo y en muchos casos inconsciencia de un puñado de viajeros, forjó una visión del mundo acorde con la realidad que le permitió liberarse definitivamente del obscurantismo medieval y superar las limitaciones cognitivas de la Antigüedad. Tres gestas destacan por méritos propios en la Era de los Descubrimientos: la llegada a India de Vasco de Gama por la Ruta del Cabo, la llegada de Cristóbal Colón a América y la primera vuelta al mundo completada por Juan Sebastián Elcano. Las tres gestas están íntimamente unidas ya que atendían a un mismo fin: echar mano a las riquezas de Oriente, en especial las codiciadas especias. En espacio de tres décadas, España y Portugal, y a través de esas dos naciones Europa entera, protagonizaron una vibrante pugna que sentó las bases de la globalización y marcó durante siglos el destino de la humanidad. Fue una época de tragedias, espionaje, intrigas, traiciones… e inefables emociones, como las de Vasco de Gama avistando Calicut, Colón desembarcando en las Bahamas o Magallanes saliendo a las aguas del océano al que bautizó como Pacífico desde el estrecho que lleva su nombre. Esas grandes gestas dieron tambiėn lugar a infinidad de sucesos que podríamos calificar de menores si se los compara con la tarea consistente en dar forma al mundo, pero que tuvieron un papel decisivo a la hora de construir nuestra visión del Planeta y de los pueblos que lo habitan. De todos los relatos de esa época el que más admiro por su frescura y proximidad es el de Antonio Pigafetta, joven italiano de Vicenza, cronista de la primera vuelta al mundo de la que fue uno de los supervivientes. A partir de este mes de enero, publicaré una tribuna en la revista Rutas del Mundo en la que abordaré el relato de Pigafetta desde nuestra óptica actual. Lejos de resultar anacrónico, Pigafetta nos descubre el origen de muchos de los prejuicios y malentendidos propios a nuestro etnocentrismo aún vigente. Y lejos de resultar aburrida, la narración del italiano entronca con la de nuestros mejores reporteros, empezando por el maestro Manu Leguineche, digno representante de la estirpe de Elcano aunque con juego limpio y mirada libre. Mis mejores deseos a Rutas del Mundo en esta su nueva singladura editorial y un fraternal abrazo a su director, Pep Borrel, cráneo privilegiado donde los haya.